Introducción a la galvanoplastia

La galvanoplastia es un proceso de acabado ampliamente adoptado en diversas industrias para recubrir objetos metálicos con una fina capa de un metal diferente para conseguir la propiedad deseada de la que carece la pieza original. El proceso se denomina electrodeposición. Se utiliza principalmente para modificar las propiedades de la superficie de un objeto, como la resistencia a la abrasión, el desgaste o la corrosión, la lubricidad o las cualidades estéticas. Además, la galvanoplastia se adopta a veces para aumentar el grosor de las piezas de tamaño inferior o para dar forma a los objetos con el electroconformado.

La galvanoplastia modifica las propiedades químicas, físicas y mecánicas de una pieza. El uso de una corriente eléctrica reduce los cationes metálicos disueltos de una solución (iones con carga positiva neta), de modo que se forma una capa metálica fina y coherente en la propia pieza, que sirve de electrodo negativo (ánodo).

La primera planta moderna de galvanoplastia comenzó a producir en 1876 y se llamó inicialmente The Norddeutsche Affinerie en Hamburgo. A medida que crecía la ciencia en la que se basa el método, su adopción fue aumentando hasta llegar a objetos de revestimiento a gran escala y a aplicaciones específicas de fabricación e ingeniería. La llegada de los generadores eléctricos a finales del siglo XIX dio un gran impulso a la industria del chapado, haciendo que las mayores corrientes disponibles resultantes se aplicaran a diversos componentes metálicos en grandes volúmenes. Las Guerras Mundiales I y II y el importante crecimiento de la industria de la aviación catalizaron nuevos avances y refinamientos en el proceso de chapado. El físico estadounidense Richard Feynman desarrolló una tecnología que hizo posible la galvanoplastia de metales sobre plástico.

Los diferentes procesos de galvanoplastia incluyen el golpeo, la deposición electroquímica, la galvanoplastia de pulso (también llamada electrodeposición de pulso), la galvanoplastia de cepillo y la deposición sin electrodos. Al igual que ocurre con otras técnicas de revestimiento, es fundamental prestar especial atención a las condiciones de limpieza, ya que las capas moleculares de aceite pueden impedir la adhesión del revestimiento.

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